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Cigüeña

¿Qué aprendemos de las aves?

¿Qué aprendemos de las aves?

“Pregunta, por favor, [...] a las criaturas aladas de los cielos, y ellas te informarán. ¿Quién entre todos estos no sabe bien que la misma mano de Jehová ha efectuado esto[?]” (Job 12:7, 9).

HACE más de tres mil años, el patriarca Job se dio cuenta de que se puede aprender mucho de la creación de Dios observando las aves. De hecho, sus peculiares características han inspirado comparaciones y metáforas. En la Biblia se hacen muchas referencias a las aves para enseñarnos valiosas lecciones acerca de la vida y de la amistad con Dios. Veamos algunos ejemplos.

DONDE ANIDAN LAS GOLONDRINAS

Golondrina

Los habitantes de Jerusalén conocían bien las golondrinas, que solían construir sus nidos bajo los aleros de los edificios. Hasta en el templo de Salomón anidaron golondrinas. Es probable que año tras año hallaran allí un lugar tranquilo y seguro para criar a sus polluelos.

El compositor del Salmo 84, un descendiente de Coré, se fijó en aquellos nidos del templo. Él servía allí una semana cada seis meses, pero quería ser como las golondrinas que tenían un hogar permanente en la casa de Dios. Exclamó: “¡Cuán amable es tu magnífico tabernáculo, oh Jehová de los ejércitos! Mi alma ha anhelado, y también se ha consumido, en su vivo deseo por los patios de Jehová. [...] Hasta el pájaro mismo ha hallado una casa, y la golondrina un nido para sí, donde ella ha puesto sus polluelos... ¡tu magnífico altar, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío y Dios mío!” (Salmo 84:1-3). ¿Y qué hay de nosotros y nuestros hijos? ¿Deseamos reunirnos regularmente con el pueblo de Dios y valoramos ese privilegio? (Salmo 26:8, 12).

LA CIGÜEÑA SABE CUÁNDO ES EL MOMENTO

“La cigüeña en los cielos... bien conoce sus tiempos señalados”, escribió el profeta Jeremías. No hay duda de que él conocía muy bien el vuelo migratorio de las cigüeñas que pasaban sobre la Tierra Prometida. Se ha visto que en la primavera el número de cigüeñas comunes que migra desde África hasta Europa, pasando por el valle del Jordán, asciende a 300.000. Un reloj interno las impulsa a volver cada verano a los lugares de cría. Igual que otras aves migratorias, saben cuál es “el tiempo de la venida” (Jeremías 8:7).

Según cierta obra de consulta, “lo que más impresiona de la migración es que esté motivada por el instinto” (Collins Atlas of Bird Migration). Jehová les dio a las aves migratorias sabiduría instintiva para reconocer las estaciones. Pero a los seres humanos nos dio la capacidad de percibir el tiempo y el momento en que vivimos (Lucas 12:54-56). A diferencia de la cigüeña, que se deja llevar por un impulso natural, los seres humanos necesitamos aprender de Dios a fin de darnos cuenta del significado de ciertos sucesos de nuestro tiempo. Los israelitas de la época de Jeremías no supieron entender la importancia de los acontecimientos del tiempo en que vivieron. Y Dios reveló por qué: “Ellos han rechazado la mismísima palabra de Jehová, y ¿qué sabiduría tienen?” (Jeremías 8:9).

Hoy tenemos pruebas suficientes de que vivimos en lo que la Biblia llama “los últimos días” (2 Timoteo 3:1-5). ¿Imitaremos a la cigüeña y estaremos atentos a los tiempos en que vivimos?

EL ÁGUILA MIRA “LEJOS EN LA DISTANCIA”

Águila

Las Escrituras mencionan muchas veces a las águilas. Ver su inconfundible silueta era algo común en la Tierra Prometida. La Biblia dice que desde su nido, construido en lo alto de un peñasco, “tiene que buscar alimento”. Y añade: “Lejos en la distancia sus ojos siguen mirando” (Job 39:27-29). Su vista es tan potente que se ha dicho que puede divisar un conejo a una distancia de casi un kilómetro (media milla).

Tal como el águila es capaz de ver “lejos en la distancia”, Jehová puede ver el futuro lejano. Por eso, él dice que es “Aquel que declara desde el principio el final, y desde hace mucho las cosas que no se han hecho” (Isaías 46:10). Si seguimos la guía de Jehová, nos beneficiaremos de su incomparable sabiduría y de su formidable capacidad para ver el futuro (Isaías 48:17, 18).

Por otra parte, la Biblia compara a quienes confían en Jehová con águilas. Dice: “Los que estén esperando en Jehová recobrarán el poder. Se remontarán con alas como águilas” (Isaías 40:31). El águila remonta el vuelo valiéndose de corrientes térmicas, columnas de aire cálido que suben desde el suelo. Cuando encuentra una de estas corrientes, extiende sus alas y asciende en círculos por el interior de la columna. No depende de sus propias fuerzas para ganar altura y desplazarse largas distancias. De igual modo, quienes esperan en Jehová pueden confiar en que él cumplirá su promesa de darles “el poder que es más allá de lo normal” (2 Corintios 4:7, 8).

“LA GALLINA REÚNE SUS POLLITOS DEBAJO DE SUS ALAS”

Una gallina y sus pollitos

Poco antes de morir, Jesús se detuvo a contemplar por un instante la capital del pueblo judío y dijo con tristeza: “Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella..., ¡cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne sus pollitos debajo de sus alas! Pero ustedes no lo quisieron” (Mateo 23:37).

Uno de los instintos más fuertes de los pájaros es el de proteger a sus polluelos. Las aves que hacen sus nidos en el suelo, como las gallinas, deben estar muy atentas al peligro. Si la gallina ve un halcón al acecho, emite una fuerte llamada de alerta, y sus pollitos enseguida corren a resguardarse bajo sus alas. Allí también se protegen del sol abrasador y de la lluvia intensa. Jesús quería darles a los habitantes de Jerusalén una protección similar en sentido espiritual. Y hoy nos invita a acudir a él para protegernos de la ansiedad y aliviarnos las cargas de la vida diaria (Mateo 11:28, 29).

Sin duda, tenemos mucho que aprender de las aves. La próxima vez que observemos su comportamiento, intentemos recordar las comparaciones de la Biblia. Cuando veamos la golondrina, valoremos el lugar donde adoramos a Jehová. Confiemos en que él nos dará el poder para remontarnos como el águila. Acudamos a Jesús para hallar verdades espirituales que nos protejan del peligro, tal como la gallina protege a sus polluelos. Y no dejemos de imitar a la cigüeña, fijándonos en la importancia de los sucesos que marcan nuestro tiempo.