El estudio de la Biblia enriquece nuestras oraciones
El estudio de la Biblia enriquece nuestras oraciones
“Jehová, por favor, deja que tu oído se ponga atento a la oración de tu siervo.” (NEH. 1:11)
1, 2. ¿Por qué será provechoso analizar algunas oraciones que se hallan en la Biblia?
LA ORACIÓN y el estudio de la Biblia son dos aspectos fundamentales de la adoración verdadera (1 Tes. 5:17; 2 Tim. 3:16, 17). Aunque la Biblia no es un devocionario, o libro de oraciones, contiene numerosas súplicas a Dios, como las que encontramos en el libro de los Salmos.
2 Es muy probable que al leer o estudiar la Biblia, hallemos peticiones que tengan que ver con alguna situación que estemos viviendo. Si incluimos algunas de las ideas que leemos, nuestras oraciones se harán más significativas. ¿Qué podemos aprender de las súplicas que le hicieron a Dios sus siervos de tiempos bíblicos?
Busquemos la guía de Dios y sigámosla
3, 4. ¿Qué misión tenía el siervo de Abrahán, y qué aprendemos de la respuesta que recibió de Jehová?
3 El estudio de la Biblia nos enseña lo importante que es pedir siempre la guía de Dios. Recordemos el caso del siervo de mayor edad de Abrahán, quien seguramente era Eliezer. Este hombre viajó a Mesopotamia por orden de su amo en busca de una mujer que sirviera a Gén. 24:12-14).
Jehová y se casara con Isaac. Cuando vio a cierta joven sacar agua de un pozo, oró a Jehová y le dijo: “Que la joven a quien yo diga: ‘Baja tu jarro de agua, por favor, para que yo beba’, y que realmente diga: ‘Bebe, y también daré de beber a tus camellos’, esta sea la que tienes que asignar a tu siervo, a Isaac; y mediante esto déjame saber que has ejecutado amor leal para con mi amo” (4 El siervo de Abrahán recibió la respuesta a su oración cuando Rebeca dio de beber a sus camellos. Poco después, ella se fue con él a Canaán y llegó a ser la amada esposa de Isaac. Claro, hoy día no podemos esperar que Jehová nos guíe dándonos una señal especial. No obstante, él dirigirá nuestros pasos si le oramos y nos dejamos guiar por su espíritu (Gál. 5:18).
La oración calma las inquietudes
5, 6. ¿Qué nos enseña la oración que hizo Jacob antes de encontrarse con Esaú?
5 La oración puede calmar nuestras inquietudes. Temiendo la reacción de su hermano gemelo Esaú, Jacob oró: “Oh Jehová, [...] indigno soy de todas las bondades amorosas y de toda la fidelidad que has ejercido para con tu siervo [...]. Líbrame, te ruego, de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque tengo miedo de él, que venga y ciertamente me asalte, a madre juntamente con hijos. Y tú, tú has dicho: ‘Indisputablemente te trataré bien y con certeza constituiré tu descendencia como los granos de arena del mar, que no pueden contarse por su multitud’” (Gén. 32:9-12).
6 Aunque Jacob tomó ciertas precauciones, logró reconciliarse con su hermano sobre todo porque Jehová contestó su oración (Gén. 33:1-4). Si leemos el relato con detenimiento, veremos que Jacob no se limitó a pedir ayuda. También expresó su fe en la Descendencia prometida y su agradecimiento por la bondad de Dios. ¿Hay algo que a usted lo haga sentir atemorizado? (2 Cor. 7:5.) En ese caso, la súplica de Jacob le resultará animadora, pues muestra que las oraciones pueden calmar la inquietud. También nos enseña que al orar no solo debemos incluir peticiones, sino también expresiones de fe.
Pidamos sabiduría
7. ¿Por qué le pidió Moisés a Jehová que le permitiera conocer mejor sus caminos?
7 El deseo de agradar a Jehová debe impulsarnos a pedirle que nos dé sabiduría. Moisés, por ejemplo, le pidió a Jehová que le enseñara sus caminos. Le dijo: “Mira, tú me estás diciendo: ‘Haz subir a este pueblo [de Egipto]’ [...]. Y ahora, si he hallado favor a tus ojos, sírvete hacerme conocer, por favor, tus caminos, [...] a fin de que halle favor a tus ojos” (Éxo. 33:12, 13). Moisés necesitaba conocer mejor las sendas divinas para poder dirigir al pueblo de Israel, y Dios le concedió su petición.
8. ¿Cómo nos ayuda meditar en lo que dice 1 Reyes 3:7-14?
8 David le suplicó lo mismo a Jehová: “Hazme conocer tus propios caminos” (Sal. 25:4). Y su hijo, Salomón, pidió sabiduría para encargarse de sus deberes reales. La oración de Salomón le agradó tanto a Jehová que no solo le concedió lo que había pedido, sino que también le dio riquezas y gloria (léase 1 Reyes 3:7-14). Si nos sentimos abrumados por las responsabilidades que hemos recibido en la congregación, pidámosle a Dios sabiduría y seamos humildes. Él nos ayudará a adquirir el conocimiento y la sabiduría necesarios para desempeñar bien nuestros deberes.
Oremos con el corazón
9, 10. ¿Qué interesantes referencias al corazón encontramos en la oración que hizo Salomón al inaugurar el templo?
9 Si queremos que nuestras oraciones sean escuchadas, deben salir del corazón. En el capítulo 8 de Primero de los Reyes encontramos una sentida oración de alabanza que Salomón ofreció durante la inauguración del templo de Jerusalén en el año 1026 antes de nuestra era. Salomón alabó a Dios frente a una gran muchedumbre después de que el arca del pacto fue colocada en el Santísimo y la nube de Jehová llenó el templo.
10 Al analizar aquella plegaria, encontramos varias referencias al corazón. Por ejemplo, el rey afirmó que Jehová es el único que conoce el corazón del hombre (1 Rey. 8:38, 39). Además, dio a entender que siempre hay esperanza para los pecadores que vuelven a Dios “con todo su corazón”. Y si algún enemigo subyugaba a los israelitas, estos podían tener la seguridad de que Dios escucharía sus ruegos siempre y cuando tuvieran un corazón “completo para con [él]” (1 Rey. 8:48, 58, 61). Está claro, pues, que nuestras oraciones deben salir del corazón.
¿Cómo pueden los salmos enriquecer nuestras oraciones?
11, 12. ¿Qué aprendemos de lo que hizo cierto levita que no podía ir a adorar a Dios en su templo?
11 Estudiar los salmos puede mejorar la calidad de nuestras oraciones y ayudarnos a esperar pacientemente la respuesta de Dios. Pensemos en el ejemplo de cierto levita exiliado. Él deseaba ir al templo de Jehová, pero durante cierto tiempo no pudo hacerlo. De modo que cantó lo siguiente: “¿Por qué estás desesperada, oh alma mía, y por qué estás alborotada dentro de mí? Espera a Dios, porque todavía lo elogiaré como la magnífica salvación de mi persona y como Dios mío” (Sal. 42:5, 11; 43:5).
12 ¿Qué podemos aprender de este levita? Que si alguna vez se nos encarcela por causa de la verdad y no podemos reunirnos con nuestros hermanos, hemos de aguardar con paciencia a que Dios actúe (Sal. 37:5). Mientras esperamos a que él nos permita volver a reunirnos con su pueblo, reflexionemos en las alegrías que nos ha dado su servicio y pidámosle fuerzas para perseverar.
Oremos con fe
13. De acuerdo con Santiago 1:5-8, ¿por qué debemos orar con fe?
13 Sean cuales sean sus circunstancias, ore con fe. Si su lealtad está siendo sometida a prueba, siga el consejo del discípulo Santiago: ore a Jehová con la total confianza de que él puede darle la sabiduría necesaria para enfrentarse a las pruebas (léase Santiago 1:5-8). Dios conoce los problemas que nos inquietan y puede guiarnos y consolarnos mediante su espíritu. Ábrale su corazón con plena fe, “sin dudar nada”, y acepte la dirección de su espíritu y los consejos de su Palabra.
14, 15. ¿Cómo sabemos que Ana oró y actuó con fe?
14 Ana, una de las dos esposas de Elqaná el levita, oró y actuó con fe. Ella era estéril y sufría las constantes burlas de Peniná —la otra esposa de Elqaná—, quien tenía varios hijos. En cierta ocasión en que estaba en el tabernáculo, Ana juró que si Jehová le concedía tener un hijo, se lo dedicaría a él. Mientras oraba, los labios le temblaban tanto que Elí, el sumo sacerdote, pensó que estaba borracha. Cuando este se dio cuenta de que no era así, le dijo: “Que el Dios de Israel conceda tu petición”. Aunque ella no sabía cómo se desarrollarían los acontecimientos, tenía fe en que su oración sería contestada, de modo que logró superar su tristeza y “no volvió a mostrar preocupación” (1 Sam. 1:9-18).
1 Sam. 1:19-28). Si meditamos en la plegaria de esta devota mujer, veremos cómo enriquecer nuestras propias oraciones y entenderemos que aun la tristeza que producen los problemas puede superarse si oramos con la confianza de que Dios nos contestará (1 Sam. 2:1-10).
15 A Ana le nació un hijo al que llamó Samuel. Cuando llegó el momento de destetarlo, lo llevó al tabernáculo para dedicarlo al servicio de Jehová (16, 17. ¿Qué logró Nehemías por haber orado y actuado con fe?
16 Nehemías, un siervo de Dios que vivió en el siglo V antes de nuestra era, también oró y actuó con fe. Él le pidió a Jehová: “Por favor, deja que tu oído se ponga atento a la oración de tu siervo y a la oración de tus siervos que se deleitan en temer tu nombre; y, por favor, otorga éxito a tu siervo hoy, sí, y hazlo objeto de piedad ante este hombre”. ¿De qué hombre estaba hablando? Nada menos que del rey persa Artajerjes, en cuya corte servía de copero (Neh. 1:11).
17 Nehemías llevaba varios días orando con fervor, pues se había enterado de que los judíos que habían sido liberados del cautiverio en Babilonia estaban “en una situación muy mala, y en oprobio; y [que] el muro de Jerusalén [estaba] derribado” (Neh. 1:3, 4). La respuesta que recibió superó por mucho sus expectativas, ya que el rey Artajerjes le permitió ir a Jerusalén para reconstruir las murallas (Neh. 2:1-8). Además, la reconstrucción terminó en muy poco tiempo. Este hombre fiel recibió contestación a sus ruegos debido a que oró con fe y a que el punto central de sus oraciones era la adoración de Jehová. ¿Podría decirse lo mismo de nosotros?
No nos olvidemos de alabar a Dios y darle gracias
18, 19. ¿Qué razones tenemos los siervos de Jehová para alabarlo y darle gracias?
18 Al orar, recordemos alabar a Jehová y darle gracias. Los siervos de Dios tenemos muchas razones para hacerlo. Por ejemplo, meditar en la dignidad real de Jehová infundió en David un profundo deseo de ensalzarlo (léase Salmo 145:10-13). ¿Qué hay de nosotros? ¿Demuestran nuestras oraciones que valoramos el honor de anunciar el Reino de Jehová? Las palabras que se encuentran en los salmos también pueden ayudarnos a expresarle a Dios cuánto agradecemos las reuniones y las asambleas (Sal. 27:4; 122:1).
19 El agradecimiento por nuestra valiosa relación con Dios puede impulsarnos a orar con el corazón y a expresar sentimientos como los del salmista, quien dijo: “Oh Jehová; te celebraré con melodía entre los grupos nacionales. Porque tu bondad amorosa es grande hasta los cielos, y tu apego a la verdad hasta los cielos nublados. Sé ensalzado, sí, sobre los cielos, oh Dios; sea tu gloria sobre toda la tierra” (Sal. 57:9-11). ¡Qué sentimientos tan intensos! ¿Verdad que esas conmovedoras palabras del libro de los Salmos pueden enriquecer nuestras oraciones?
Oremos con reverencia
20. ¿Cómo expresó María su devoción a Dios?
20 Siempre debemos orar a Dios con reverencia. Poco después de enterarse de que sería la madre del Mesías, Luc. 1:46, 47). Estas palabras, muy parecidas a las que pronunció Ana cuando presentó al pequeño Samuel en el tabernáculo, demuestran la actitud reverente de María. ¡Con razón fue escogida para ser la madre de Jesús! ¿Podría usted expresar en sus oraciones sentimientos similares a los de ella?
María dijo lo siguiente: “Mi alma engrandece a Jehová, y mi espíritu no puede menos que llenarse de gran gozo a causa de Dios mi Salvador” (21. ¿Cómo demostró Jesús su fe y reverencia al orar?
21 También Jesús oró con fe y reverencia. Por ejemplo, antes de resucitar a Lázaro, “alzó los ojos hacia el cielo y dijo: ‘Padre, te doy gracias porque me has oído. Cierto, yo sabía que siempre me oyes’” (Juan 11:41, 42). ¿Ora usted con esa misma fe y devoción? Si analiza la oración modelo que enseñó Jesús, verá que los puntos más importantes son la santificación del nombre de Jehová, la venida de su Reino y el cumplimiento de su voluntad (Mat. 6:9, 10). Ahora piense en sus propias oraciones. ¿Reflejan su profundo interés en el Reino y en la voluntad de Dios, así como en la santificación de su nombre?
22. ¿Por qué estamos seguros de que Jehová nos dará valor para proclamar las buenas nuevas?
22 Cuando los siervos de Jehová sufren persecución o pasan por otras pruebas, le piden que les dé valor. En el siglo primero, cuando el Sanedrín les ordenó a Pedro y Juan que dejaran de enseñar “sobre la base del nombre de Jesús”, ellos se negaron valientemente a hacerlo (Hech. 4:18-20). Tras ser liberados, los apóstoles les contaron a sus hermanos cristianos lo que había ocurrido. Entonces, todos los presentes le suplicaron a Dios que los ayudara a predicar el mensaje con valor. La respuesta a esa oración fue inmediata, pues “todos sin excepción quedaron llenos del espíritu santo, y hablaban la palabra de Dios con denuedo”. ¡Qué emocionados debieron de sentirse! (Léase Hechos 4:24-31.) Como resultado, grandes multitudes se convirtieron al cristianismo. También en nuestro caso, la oración puede darnos el valor que necesitamos para proclamar las buenas nuevas.
Siga mejorando la calidad de sus oraciones
23, 24. a) ¿Qué otros ejemplos demuestran que la lectura y el estudio de la Biblia hacen que nuestras oraciones sean más significativas? b) ¿Qué piensa usted hacer para enriquecer sus oraciones?
23 Muchos otros ejemplos demuestran que la lectura y el estudio de la Biblia hacen que las oraciones sean más significativas. Al igual que Jonás, cuando oremos, reconozcamos que “la salvación pertenece a Jehová” (Jon. 2:1-10). Si hemos cometido un pecado grave y hemos pedido la ayuda de los ancianos, las oraciones de David nos ayudarán a expresarle a Dios nuestro arrepentimiento (Sal. 51:1-12). En otras ocasiones podríamos alabarlo, tal como hizo Jeremías (Jer. 32:16-19). Y si usted está buscando con quien casarse, medite en la oración que se encuentra en el capítulo 9 de Esdras y dígale a Dios cómo se siente. Eso lo reafirmará en su decisión de obedecerlo y casarse “solo en el Señor” (1 Cor. 7:39; Esd. 9:6, 10-15).
24 Nunca deje de leer y estudiar la Biblia. Busque ideas que pueda incluir en sus oraciones, sea que esté suplicándole a Dios su ayuda, alabándolo o dándole gracias. Si se esfuerza por enriquecer sus oraciones, tenga por seguro que cada día se sentirá más cerca de Jehová.
¿Qué respondería?
• ¿Por qué debemos buscar y seguir la guía de Dios?
• ¿Qué debe motivarnos a pedirle sabiduría a Dios?
• ¿Cómo puede enriquecer nuestras oraciones el libro de los Salmos?
• ¿Por qué debemos orar con fe y reverencia?
[Preguntas del estudio]
[Ilustración de la página 8]
El siervo de Abrahán pidió la guía divina. ¿Lo hace usted?
[Ilustración de la página 10]
La adoración en familia puede enriquecer sus oraciones