Ir al contenido

Ir al índice

Aztecas de hoy abrazan la verdad

Aztecas de hoy abrazan la verdad

Aztecas de hoy abrazan la verdad

“Los templos cayeron, hechos polvo y ceniza, los ídolos fueron destrozados y los libros sagrados devorados por las llamas, pero los antiguos dioses no han dejado de vivir en el corazón de los indígenas.” (Las antiguas culturas mexicanas)

MÉXICO es la cuna de los aztecas, pueblo que en el siglo XIII era una pequeña tribu inmigrante y que posteriormente se convirtió en una civilización que competiría en grandeza con el Imperio inca, de Perú. En 1521, sin embargo, los españoles vencieron al Imperio azteca con la conquista de la ciudad de Tenochtitlán. Aun así, no acabaron con su idioma: el náhuatl. * Lejos de ser una lengua muerta, el náhuatl cuenta con un millón y medio de hablantes indígenas en al menos quince estados de la República Mexicana. Su conservación ha contribuido a la supervivencia de algunas creencias de los antiguos aztecas, como señaló el investigador Walter Krickeberg en la cita de la introducción. Ahora bien, ¿cuáles eran algunas de aquellas creencias?

Tradiciones extrañas que resultan familiares

Puede que la práctica más conocida de los aztecas sea la de hacer sacrificios humanos. Ellos creían que, a menos que alimentaran al Sol con sangre y corazones humanos, el astro moriría. Según el fraile español Diego Durán, en tan solo cuatro días, más de ochenta mil víctimas fueron sacrificadas en la ceremonia inaugural del gran templo piramidal de Tenochtitlán, que tuvo lugar en 1487.

Si bien es cierto que los españoles se horrorizaron ante dicha práctica, les sorprendió que muchas creencias de los aztecas se parecieran tanto a las de su propia religión, la católica. Por ejemplo, los aztecas realizaban un tipo de comunión en la que consumían figuras de sus dioses hechas de maíz. A veces también ingerían la carne de las víctimas sacrificadas. Además, usaban la cruz y practicaban la confesión, así como el bautismo de infantes. Con todo, la semejanza más notable quizás sea la del culto a una virgen “Madre de los Dioses”, a quien los aztecas llamaban con cariño Tonantzin, es decir, “Nuestra Madrecita”.

Se dice que, en 1531, justo en el cerro donde los aztecas veneraban a la diosa Tonantzin, cierto indígena fue testigo de la aparición de la llamada Virgen de Guadalupe, de tez morena y de habla náhuatl. Dicho acontecimiento aceleraría la conversión de los aztecas al catolicismo. Con el tiempo se le construyó una capilla sobre la base del templo de Tonantzin. Y hasta la fecha, cada 12 de diciembre acuden a la basílica cientos de miles de mexicanos, muchos de los cuales hablan náhuatl.

Adentradas en la sierra, las comunidades de habla náhuatl, o los nahuas, celebran sus fiestas patronales, las cuales a veces duran días o hasta semanas. El libro El universo de los aztecas explica que los indígenas “asocian el culto de los santos de la Iglesia católica con las ceremonias que se practicaban antes de [Hernán] Cortés”. Asimismo, las tradiciones nahuas guardan mucha relación con el espiritismo. Al enfermar, la gente recurre a los curanderos, quienes realizan rituales de purificación y sacrificios animales. Por otra parte, el analfabetismo abunda en tales comunidades; la mayoría de los habitantes no saben leer en español ni en náhuatl. Sumidos en la pobreza y aferrados a sus tradiciones y su lengua, los nahuas han sido marginados por la sociedad.

Las verdades bíblicas llegan a los nahuas

Desde hace muchos años, los testigos de Jehová en México han hecho lo posible por llevar las “buenas nuevas del reino” a gente de toda clase (Mateo 24:14). En el año 2000, la sucursal de los testigos de Jehová en el país inició un programa para predicar a los nahuas en su propio idioma y formar congregaciones para los hablantes del náhuatl que asistían a las reuniones en español. Además, se estableció un grupo de traducción al náhuatl a fin de producir publicaciones bíblicas en esa lengua. De sobra está decir que se ha puesto mucho empeño en enseñar a los nahuas a leer y escribir en su propio idioma. Veamos algunos de los resultados.

Cuando cierta mujer indígena escuchó por primera vez un discurso bíblico en náhuatl, exclamó: “Desde hace diez años hemos estado viniendo a las reuniones, y siempre terminábamos con dolor de cabeza porque no entendemos bien el español. ¡Pero ahora es como si empezáramos a vivir de nuevo!”. Un señor de 60 años llamado Juan llevaba ocho años estudiando la Biblia y asistiendo a las reuniones en español junto con su esposa y sus hijos, pero no progresaba. Resulta que empezó a recibir su estudio bíblico en náhuatl y, en menos de un año, se bautizó como Testigo.

Como demuestran estos casos, muchos que en un principio escucharon el mensaje bíblico en español, no lo habían captado en su totalidad. Ahora, gracias a que disfrutan de reuniones, asambleas y publicaciones en su idioma, han logrado abrazar la verdad y comprender sus responsabilidades cristianas.

Se superan obstáculos

Ahora bien, el camino hacia el progreso de la obra en náhuatl no ha sido un lecho de rosas. Por ejemplo, las comunidades ejercen una gran presión para participar en las festividades religiosas. En San Agustín Oapan, los Testigos tenían prohibido predicar de casa en casa, pues se temía que la gente dejara de dar dinero para las fiestas. Un día, mientras Florencio y un pequeño grupo de Testigos locales de habla náhuatl predicaban, tres de ellos fueron arrestados. En cuestión de veinte minutos se reunió una multitud para decidir qué les harían.

“Querían matarnos de una vez por todas —recuerda Florencio⁠—. Algunos decían que nos amarraran y nos echaran al río. Pasamos la noche en la cárcel. Al otro día, un Testigo que era abogado llegó junto con otros dos hermanos para ayudarnos; pero a ellos también los encerraron. Por fin, las autoridades nos dejaron ir con la condición de que nos fuéramos del pueblo.” A pesar de esa experiencia, un año después se formó allí una congregación, la cual contaba con 17 Testigos bautizados y una asistencia de 50 personas.

En la comunidad náhuatl de Coapala, vivía un testigo de Jehová llamado Alberto. Como no aceptó participar en una fiesta del pueblo, lo metieron preso. Se convocó una asamblea general, en donde algunos pedían a gritos que lo colgaran para amedrentar a cualquiera que quisiera cambiarse de religión y abandonar las tradiciones del pueblo. Otros Testigos trataron de ayudarlo, pero también los arrestaron. Al terminar la fiesta, que duró una semana, todos fueron liberados. Pero como la gente siguió hostigándolos, tuvieron que intervenir autoridades de mayor rango, y se consiguió una orden para dar fin a la persecución. Sorprendentemente, el principal opositor aceptó al poco tiempo la verdad bíblica y llegó a bautizarse. Ahora hay una congregación en ese pueblo.

Los campos están listos para la siega

En vista del potencial de crecimiento en el campo náhuatl, muchos Testigos están aprendiendo el idioma, lo cual conlleva sus desafíos. Los nahuas suelen ser tímidos y no se atreven a hablar en su lengua debido a la discriminación de la que han sido objeto. Además, el idioma tiene muchos dialectos, es decir, muchas formas de hablarse según la región.

Sonia, una evangelizadora de tiempo completo, explica lo que la motivó a aceptar el reto de aprender náhuatl. “A dos horas de mi casa —comenta⁠—, hay más o menos seis mil nahuas en unos campamentos de trabajadores migratorios custodiados por guardias. Me da mucha tristeza ver que los nahuas vivan tan desprotegidos y humillados, pese a que en su tiempo eran un pueblo honorable, las raíces de nuestra cultura. Aunque llevábamos veinte años predicándoles en español, no nos entendían muy bien y tampoco mostraban mucho interés en el mensaje. Pero cuando aprendí unas cuantas palabras en su lengua, las puertas se me abrieron. Hasta se juntaban alrededor de mí para escucharme. Un día, le dije a una señora que yo le podía enseñar a leer y escribir si ella me enseñaba su idioma. Toda la gente de esos campamentos me conoce ahora como ‘la mujer que habla náhuatl’. Me siento como misionera en mi propio país.” Cabe señalar que actualmente hay una congregación náhuatl en esa zona.

Maricela, otra predicadora de tiempo completo que también se está esforzando por aprender el idioma, daba clases bíblicas en español a don Félix, un señor de 70 años que habla náhuatl. Conforme iba adquiriendo más vocabulario, Maricela fue impartiendo el estudio en náhuatl, y esto surtió efecto. Se sintió inmensamente conmovida cuando el señor le preguntó: “¿Me escucha Jehová cuando le hablo en náhuatl?”. ¡Qué contento se puso don Félix al saber que Jehová entiende todos los idiomas! Pese a tener que caminar hora y media para llegar al Salón del Reino, no se pierde las reuniones, y al día de hoy es un Testigo bautizado. Maricela dice: “¡Me siento muy feliz de cooperar con el ángel que tiene buenas nuevas que declarar a todos los pueblos!” (Revelación [Apocalipsis] 14:6, 7).

En lo que tiene que ver con la obra en náhuatl, no hay duda de que los campos están “blancos para la siega” (Juan 4:35). Pedimos a Jehová que siga invitando a gente de todas las naciones —incluidos los nobles aztecas de hoy⁠— a subir a Su montaña para ser instruidos acerca de sus caminos (Isaías 2:2, 3).

[Nota]

^ párr. 3 El náhuatl pertenece a la familia de lenguas conocida como yutoazteca, que también incluye las lenguas de los hopis, los shoshone y los comanches de Norteamérica. Muchas palabras del náhuatl —como aguacate, chocolate, coyote y tomate⁠— han pasado al español, así como a otros idiomas.

[Mapa de la página 13]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

CIUDAD DE MÉXICO

POBLACIÓN NÁHUATL POR ESTADO

150.000

MENOS DE 1.000