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Primera pregunta: ¿Qué propósito tiene mi vida?

Primera pregunta: ¿Qué propósito tiene mi vida?

ROSALIND, que se crió en Inglaterra, siempre tuvo muchos deseos de aprender. Además, se preocupaba por los desfavorecidos. Al terminar sus estudios, consiguió un trabajo prestigioso y bien remunerado en el que ayudaba a personas sin hogar. También asistía a quienes tenían discapacidades físicas o dificultades de aprendizaje. Pese a que su trabajo era gratificante, durante años se preguntó para qué estamos aquí y cuál es el propósito de la vida.

¿Qué motiva esta pregunta?

Los seres humanos no somos seres irracionales, como los animales. Nosotros aprendemos del pasado, planificamos el futuro y necesitamos darle sentido a la vida.

¿Cómo la responden algunos?

Muchos piensan que para ser feliz en la vida lo más importante es hacerse rico o famoso.

¿Qué implica esa respuesta?

Que hacer la voluntad de Dios no es lo más importante. Que nuestros deseos van primero.

¿Qué enseña la Biblia?

Que acumular riquezas y dedicarse a los placeres no da sentido permanente a la vida. Así lo ilustra el caso del rey Salomón. Él disfrutó de todo eso y más, pero llegó a la conclusión de que lo que daba verdadero propósito a la vida era otra cosa: “Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre” (Eclesiastés 12:13). ¿Y qué conlleva guardar sus mandamientos?

Para empezar, parte del propósito de Dios es que disfrutemos de la vida. Salomón escribió: “En cuanto al hombre, no hay nada mejor que el que coma y en realidad beba y haga que su alma vea el bien a causa de su duro trabajo. Esto también lo he visto, yo mismo, que esto proviene de la mano del Dios verdadero” (Eclesiastés 2:24).

Dios también quiere que amemos a la familia y cuidemos de ella. Basta con ver las claras recomendaciones que da a sus integrantes:

  • “Los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos.” (Efesios 5:28.)

  • “La esposa debe tenerle profundo respeto a su esposo.” (Efesios 5:33.)

  • “Hijos, sean obedientes a sus padres.” (Efesios 6:1.)

Es verdad que aplicar estos principios bíblicos aporta cierta felicidad y satisfacción a nuestra vida. Pero hace falta algo más. Es importantísimo conocer a fondo a nuestro Creador y tenerlo como Amigo. La Biblia hace esta invitación: “Acérquense a Dios”. Y luego promete: “Él se acercará a ustedes” (Santiago 4:8). Si seguimos este consejo, nuestra vida adquirirá verdadero sentido.

Rosalind, citada al principio, por fin le ha encontrado sentido a la vida. ¿Cómo lo logró? Ella misma lo explica en el artículo titulado “La Biblia les cambió la vida”.