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La vida sigue tras el divorcio

La vida sigue tras el divorcio

“Quedé destrozado. Un día todo marcha bien en tu vida y, de pronto, ya no tienes nada.” (MARK, * que lleva divorciado un año)

“Mi esposo tuvo una aventura con una mujer de la edad de nuestra hija. Tras el divorcio, me sentí aliviada porque ya no tenía que aguantar su mal carácter, pero también me sentí humillada y despreciada.” (EMMELINE, que lleva divorciada diecisiete años)

Hay quienes se divorcian con la esperanza de ser más felices. Otros quisieran salvar su matrimonio pero no pueden obligar al cónyuge a que se quede. Sea como fuere, casi todos los divorciados descubren que la vida es más difícil de lo que esperaban. Si usted ha pasado por ello hace poco, posiblemente coincide en que esa es una de las situaciones más difíciles de la vida. Analicemos algunos consejos prácticos de la Biblia que tal vez le ayuden a superar los problemas del divorcio.

PROBLEMA 1: SENTIMIENTOS NEGATIVOS.

El estrés relacionado con los problemas económicos, la crianza de los hijos y la soledad pueden ocasionar sentimientos negativos difíciles de superar. La psicóloga Judith Wallerstein, ya difunta, descubrió que algunas personas todavía se sienten traicionadas y abandonadas años después de divorciarse, y dicen que “la vida está llena de injusticias, decepciones y sentimientos de soledad”.

 ALGUNAS SUGERENCIAS:

  • Desahóguese. Puede que extrañe a la persona que todavía ama. Y aunque su relación haya sido problemática, tal vez le duela no haber tenido la felicidad que esperaba encontrar en el matrimonio (Proverbios 5:18). La Biblia dice que hay “tiempo de llorar”, así que no está mal desahogarse (Eclesiastés 3:1, 4).

  • No se aísle. Necesitará momentos de soledad para desahogarse, pero no es bueno estar a solas mucho tiempo (Proverbios 18:1). Hable de cosas positivas. Si siempre se está quejando, aunque sea con razón, sus amistades podrían alejarse. Si tiene que tomar decisiones importantes poco después del divorcio, pida ayuda objetiva a alguien de confianza.

  • Cuide su salud. El estrés del divorcio suele ocasionar problemas como hipertensión o migrañas. Aliméntese bien, haga ejercicio y duerma lo suficiente (Efesios 5:29).

  • Deshágase de lo que no necesita o que pudiera hacerle recordar con ira a su excónyuge, pero conserve los documentos importantes. Sería bueno que guardara para sus hijos ciertos objetos, como las fotos de boda.

  • Combata los pensamientos negativos. Olga, que se divorció porque su esposo le fue infiel, dijo: “No dejaba de preguntarme: ‘¿Qué tiene ella que no tenga yo?’”. Pero luego reconoció que seguir pensando en cosas negativas la deprimiría (Proverbios 18:14).

    Muchos ponen por escrito sus pensamientos porque les ayuda a ordenarlos y controlarlos. Si decide hacerlo, trate de escribir ideas nuevas y positivas que sustituyan las negativas (Efesios 4:23). Veamos dos ejemplos:

    Idea negativa: “Mi cónyuge fue infiel por mi culpa”.

    Idea positiva: “Mis defectos no justifican su infidelidad”.

    Idea negativa: “Desperdicié los mejores años de mi vida con la persona equivocada”.

    Idea positiva: “Seré más feliz si paso la página y miro hacia delante”.

  • No haga caso de los comentarios hirientes. Algunos amigos y familiares bienintencionados pudieran decir cosas dolorosas y hasta inapropiadas como: “No era la persona ideal para ti” o “Dios odia el divorcio”. * La Biblia aconseja: “No des tu corazón a todas las palabras que hable la gente” (Eclesiastés 7:21). Martina, que lleva divorciada dos años, dice: “En lugar de centrarme en los comentarios hirientes, trato de ver las cosas como Dios las ve. Sus pensamientos son más altos que los nuestros” (Isaías 55:8, 9).

  • Ore a Dios. Él anima a sus siervos a que dejen todas las inquietudes en sus manos, especialmente las que más les preocupan (1 Pedro 5:7).

¿POR QUÉ NO INTENTA ESTO? Escriba en papelitos los versículos bíblicos que más le ayudan y colóquelos en lugares donde pueda verlos a menudo. Además de los ya citados, a muchos divorciados también les han ayudado Salmo 27:10; Salmo 34:18; Isaías 41:10 y Romanos 8:38, 39.

Deje que la Biblia le ayude en estos momentos difíciles

PROBLEMA 2: LA RELACIÓN CON SU EXCÓNYUGE.

Juliana, que estuvo casada once años, confiesa: “Le rogué a mi esposo que se quedara. Pero cuando me abandonó, me puse furiosa con él y con la  mujer con la que se marchó”. Muchos divorciados siguen enojados con su excónyuge por años. Aun así, en algunos casos se ven obligados a tratar asuntos con frecuencia, especialmente si tienen hijos.

ALGUNAS SUGERENCIAS:

  • Mantenga una relación cortés con su excónyuge. Si tiene que tratar algo, céntrese en las cuestiones importantes, sea breve y vaya al grano. Muchos han comprobado que eso contribuye a la paz (Romanos 12:18).

  • No sea hiriente al hablar. Hay un sabio consejo bíblico que resulta muy útil particularmente cuando uno se siente atacado: “Cualquiera que retiene sus dichos posee conocimiento” (Proverbios 17:27). Si a pesar de sus esfuerzos la conversación se está saliendo de tono, podría decir: “Déjame pensarlo y hablamos después”.

  • Desvincúlese al máximo de su excónyuge en los asuntos legales, económicos o médicos.

¿POR QUÉ NO INTENTA ESTO? Si al hablar con su excónyuge nota que uno de los dos se está poniendo a la defensiva o no quiere dar su brazo a torcer, sugiera dejar el asunto para más tarde o tratarlo por correo electrónico (Proverbios 17:14).

PROBLEMA 3: AYUDAR A LOS HIJOS A ADAPTARSE.

María explica que, justo después de divorciarse, su hija pequeña no paraba de llorar y volvió a mojar la cama; y aunque la mayor escondía sus sentimientos, también la notó cambiada. Sí, ahora es cuando sus hijos más necesitan de usted. Pero tal vez crea que no tiene las fuerzas emocionales ni el tiempo para ayudarlos.

ALGUNAS SUGERENCIAS:

  • Anime a sus hijos a hablarle de sus sentimientos, aunque digan cosas sin pensar (Job 6:2, 3).

  • Recuerde que cada uno debe desempeñar su función. Puede que usted necesite apoyo emocional y sus hijos quieran dárselo, pero no sería bueno ni justo esperar que un niño trate de solucionar problemas de adultos (1 Corintios 13:11). Recuerde: sus hijos no son sus confidentes ni tampoco mediadores o mensajeros entre usted y su excónyuge.

  • No haga grandes cambios en la vida de sus hijos. Convendría que se quedaran a vivir en el mismo sitio y que mantuvieran la misma rutina. Pero más importante aún es que sigan con sus actividades espirituales, como la lectura de la Biblia y la adoración en familia (Deuteronomio 6:6-9).

¿POR QUÉ NO INTENTA ESTO? Dígales cuanto antes a sus hijos que los ama y que ellos no tienen la culpa de lo que pasó. Responda a sus preguntas sin responsabilizar del divorcio a su excónyuge.

Melissa, que estuvo casada dieciséis años, comenta: “Yo no quería acabar divorciada. Pero desde que reconocí que no puedo cambiar el pasado me siento mucho mejor”. Sí, la vida sigue tras el divorcio.

^ párr. 2 Se han cambiado algunos nombres.

^ párr. 18 Dios detesta que alguien trame divorciarse de su cónyuge para casarse con otra persona. Para él, eso es una traición. Pero si uno de los dos es infiel, Dios concede al cónyuge inocente el derecho de decidir si se divorcia o no (Malaquías 2:16; Mateo 19:9). Lea el artículo “El punto de vista bíblico: ¿Qué tipo de divorcio es el que Dios odia?”, en la revista ¡Despertad! del 8 de febrero de 1994, publicada por los testigos de Jehová.

PREGÚNTESE

  • ¿Me he dado tiempo para asimilar mi divorcio?

  • ¿Cómo puedo dejar de guardarle rencor a mi excónyuge?