Ir al contenido

Ir al índice

Maestros medievales de la astronomía

Maestros medievales de la astronomía

Maestros medievales de la astronomía

EL Sol, la Luna y las estrellas han dejado maravillados a hombres y mujeres de todas las épocas. Gracias al estudio de la posición y el movimiento de estos cuerpos celestes ha sido posible medir los días, los meses y los años.

Los árabes fueron uno de los muchos pueblos que estudiaron el cielo nocturno. La edad de oro de las ciencias en Oriente Medio dio comienzo en el siglo IX, y los científicos de habla árabe fueron considerados maestros de la astronomía. Sus logros desempeñaron un papel clave en el progreso de esta fascinante ciencia. Veamos cómo.

Pioneros de la astronomía

Durante los siglos VII y VIII, el islam se expandió por el oeste desde Arabia hasta España —a través del norte de África⁠— y por el este hasta Afganistán. Los eruditos de esta vasta región se apoyaron en el legado científico de Persia y Grecia, que a su vez recibió gran influencia de Babilonia y Egipto.

En el siglo IX se tradujeron al árabe importantes textos científicos, entre ellos las obras del astrónomo griego Tolomeo. * La dinastía abasí, que abarcaba desde Afganistán hasta el océano Atlántico, obtuvo documentos en sánscrito procedentes de la India que contenían un tesoro de conocimientos sobre matemáticas, astronomía y demás ciencias.

Los musulmanes valoraban muchísimo los conocimientos de astronomía. Una razón tiene que ver con su culto. Ellos creen que deben orar mirando hacia la Meca, y los astrónomos podían señalar desde cualquier punto geográfico dónde estaba ubicada dicha ciudad. Para el siglo XIII había mezquitas que tenían su propio astrónomo, o muwaqqit, quien orientaba a los fieles para que oraran de la manera debida. Los astrónomos también se valían de sus investigaciones para calcular las fechas de los ritos y fiestas, como el período de ayuno del mes de ramadán. Además, ayudaban a los peregrinos a determinar la distancia de su viaje a la Meca y a planear la mejor ruta.

Financiación estatal

En el Bagdad de principios del siglo IX, la astronomía formaba parte integral de la preparación de todo erudito. El califa al-Ma’mūn construyó un observatorio en esta ciudad y luego otro cerca de Damasco. Su cuerpo de geógrafos y matemáticos analizó, comparó y concilió los datos de las tradiciones astronómicas persas, indias y griegas. Con el tiempo se construyeron observatorios en otras ciudades de Oriente Medio. *

Los eruditos que trabajaron en aquellos centros obtuvieron logros espectaculares para la época. Por ejemplo, ya en el año 1031, Abū Rayhan al-Birūni habló de la posibilidad de que los planetas describieran órbitas elípticas más bien que circulares.

Se empieza a medir la Tierra

La expansión del islam despertó el interés en la cartografía (elaboración de mapas) y la navegación. Los cartógrafos se esforzaban por obtener mediciones exactas, y a menudo lo lograban. A fin de conseguir una mayor precisión y establecer los grados de latitud para el mapa del mundo que estaba confeccionando, al-Ma’mūn envió dos equipos de topógrafos al desierto de Siria. Armados con astrolabios, varas de medir y cordones, los equipos caminaron en direcciones opuestas hasta observar una variación de un grado en la elevación de la Estrella Polar. Supusieron que la distancia recorrida correspondía a un grado de latitud, o 1/360 de la circunferencia terrestre, y a partir de allí calcularon que la circunferencia polar era de 37.369 kilómetros (23.220 millas). ¡Por poco dieron con la medida real: 40.008 kilómetros (24.860 millas)!

Los observatorios de Oriente Medio contaban con una impresionante variedad de instrumentos de gran complejidad: astrolabios, cuadrantes, sextantes, relojes de sol y otros equipos, los cuales se empleaban para estudiar y rastrear los cuerpos celestes. Algunos de estos aparatos eran enormes, pues los fabricantes comprendieron que el tamaño influía en la precisión.

El legado de los astrónomos medievales

Los avances de estos maestros medievales de la astronomía fueron impresionantes. Catalogaron e ilustraron las constelaciones, dieron nombre a las estrellas, diseñaron calendarios más exactos, midieron eclipses y refinaron incesantemente las tablas que les permitían trazar la trayectoria de los cuerpos celestes. Eran capaces de determinar la localización del Sol, la Luna y cinco planetas visibles en cualquier momento del día o de la noche; sin duda, datos muy útiles para la navegación. También podían calcular la hora y mantener un calendario con solo observar la posición de los cuerpos celestes.

Las teorías formuladas por los astrónomos de lengua árabe para explicar los movimientos planetarios estuvieron a punto de resolver las incongruencias del modelo ptolemaico del universo. Lo único que les faltó fue entender que en el centro de las órbitas planetarias estaba el Sol, no la Tierra. Aun así, registraron los movimientos estelares con extraordinaria precisión, y sus descubrimientos resultaron ser valiosísimos para las subsiguientes generaciones de astrónomos de todo el mundo.

[Notas]

^ párr. 6 Los griegos ya habían descubierto que la Tierra es redonda. ¿Cómo explicar si no que la Estrella Polar pareciera descender en el horizonte conforme un viajero avanzaba hacia el sur?

^ párr. 9 La construcción de dichos observatorios obedecía con frecuencia al interés de los monarcas en la astrología.

[Ilustraciones y recuadro de la página 19]

UNA ANTIGUA “COMPUTADORA DE BOLSILLO”

El astrolabio, predecesor del sextante, ha sido llamado “el más importante instrumento astronómico previo al telescopio”. Los científicos medievales de Oriente Medio lo utilizaban para resolver problemas relacionados con la posición de los cuerpos celestes y el cálculo del tiempo.

El astrolabio consiste en la elegante proyección de un modelo del cielo sobre una placa de metal pulido. En el borde de la base en la que descansa la placa están inscritos los grados o, a veces, las horas del día. Tiene, además, una aguja giratoria con una mirilla en cada extremo (la alidada) que permite determinar el ángulo de elevación de una estrella al sostener el aparato con el brazo en alto. Los resultados se leen en unas marcas graduadas parecidas a las de una regla de cálculo.

La versatilidad del astrolabio permitía al usuario identificar estrellas, predecir la hora de la salida y la puesta del Sol en cualquier día del año, determinar la dirección en que se encontraba la Meca, medir terrenos, calcular la altura de cualquier objeto y navegar. En verdad era la “computadora de bolsillo” de la época.

[Ilustraciones]

Astrolabio del siglo XIII

Cuadrante del siglo XIV

[Reconocimientos]

Astrolabio: Erich Lessing/Art Resource, NY; cuadrante: © New York Public Library/Photo Researchers, Inc.

[Ilustración de la página 16]

Ilustración del siglo XVI que representa a astrónomos otomanes empleando métodos concebidos por los eruditos árabes

[Ilustración de la página 17]

Los astrónomos llevaban registros de los movimientos planetarios en un número cada vez mayor de almanaques compilados por todo el mundo islámico

[Ilustración de la página 18]

Esfera celeste (año 1285)

[Ilustración de la página 18]

Páginas de un manuscrito de constelaciones escrito en árabe por el astrónomo ‘Abd al-Rahmān al-Sufi alrededor del año 965

[Reconocimiento de la página 17]

Páginas 16 y 17: Art Resource, NY

[Reconocimientos de la página 18]

Manuscrito: con la autorización de la Biblioteca Británica; esfera: © The Bridgeman Art Library