Ir al contenido

Ir al índice

Podemos aprender a ser pacíficos

Podemos aprender a ser pacíficos

Podemos aprender a ser pacíficos

AUNQUE es cierto que nacemos con algunas malas inclinaciones, por lo general el comportamiento violento se aprende. Lo mismo puede decirse de la conducta pacífica. Ahora bien, ¿quién puede enseñarnos los caminos de la paz? La persona más indicada es, sin lugar a dudas, nuestro Creador, pues su sabiduría es inigualable. Analicemos cinco joyas de sabiduría que se encuentran en la Biblia.

1 “No tengas envidia del hombre de violencia.” (Proverbios 3:31.) La verdadera fortaleza se basa en cualidades como el autodominio y la apacibilidad. “El que es tardo para la cólera es mejor que un hombre poderoso”, dice Proverbios 16:32. Como el sólido dique de una presa, este tipo de persona es capaz de resistir la presión que causan las palabras y acciones ofensivas. No solo eso, sino que responde a las agresiones con mansedumbre, y así “aparta la furia” (Proverbios 15:1). Por otro lado, quien es propenso a enojarse estalla a la menor provocación (Proverbios 25:28).

2 Elijamos bien las amistades. “El hombre de violencia seduce a su prójimo”, asegura Proverbios 16:29. En cambio, “el que está andando con personas sabias se hará sabio” (Proverbios 13:20). En efecto, cuando nos juntamos con personas pacíficas, que saben controlarse, lo normal es que queramos ser como ellas.

3 Cultivemos amor sincero por el prójimo. La mejor descripción que se ha dado del amor se encuentra en 1 Corintios 13:4-7, donde en parte leemos: “El amor es sufrido y bondadoso [...], no se siente provocado. No lleva cuenta del daño. [...] Todas las cosas las soporta, [...] todas las aguanta”. Un amor como el de Dios, dijo Jesús, se extiende incluso a los enemigos de uno (Mateo 5:44, 45).

4 Tengamos fe en que Dios se encargará de los malvados. “No devuelvan mal por mal a nadie. [...] Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, sean pacíficos con todos los hombres. No se venguen, amados [...]; porque está escrito: ‘Mía es la venganza; yo pagaré, dice Jehová’.” (Romanos 12:17-19.) La fe en Dios y sus promesas nos permite disfrutar de una paz interior que no pueden ni siquiera empezar a comprender quienes carecen de fe (Salmo 7:14-16; Filipenses 4:6, 7).

5 Confiemos en que el Reino de Dios traerá verdadera paz a la Tierra. El Reino de Dios es un gobierno celestial que pronto eliminará para siempre a los malvados y tomará las riendas del planeta entero (Salmo 37:8-11; Daniel 2:44). Bajo ese Reino, “el justo brotará, y [habrá] abundancia de paz hasta que la luna ya no sea” (Salmo 72:7).

Estas enseñanzas bíblicas han ayudado a millones de personas —entre ellas algunas que antes eran violentas⁠— a convertirse en amantes de la paz. Considere el ejemplo de Salvador Garza.